miércoles, 23 de septiembre de 2009

Reflexiones históricas

Hace unos días estudiando Tendencias historiográficas me entró un arrebato destructor y escribí un montón de "lindezas" sobre Herodoto. Si Heródoto nunca hubiera escrito sobre las Guerras Médicas yo nunca me las hubiera tenido que estudiar y me habría ahorrado trabajo... ¿Por qué narices se le ocurrió escribir historia?
El caso es que poco después de leerme la teoría, me leí un par de fragmentos de su obra. Y después de la de Tucídides y... fue increíble. Los antiguos escriben cosas con bastante más sentido que los contemporáneos. Durante toda la carrera he comprobado que me aburren las teorías que los autores actuales escriben sobre los antiguos (porque generalmente no les llegan ni a la suela del zapato), pero tener la oportunidad de saber qué vivieron, qué pensaban y por qué se preocupaban gente que vivió hace dos milenios y medio (siglo arriba siglo abajo)...es simplemente mágico.
"En la certeza de que el bienestar humano nunca es permanente" (Heródoto I-89)
"Es más fácil a los hombres alejar la desdicha que conservar la dicha" (Tuc.III-39)
"Es innato absolutamente en los hombres despreciar al que les adula y admirar al que no cede ante ellos" (Tuc. III-39)
"Sólo es perdonable lo involuntario" (Tuc. III-40)
En unos brevísimos fragmentos sacas frases lapidarias sobre la naturaleza humana. En realidad hoy nadie se preocupa por este tipo de cosas. Ellos cuando escribían su historia procuraban encontrar la parte trascendental de los hechos. Las raíces del comportamiento del hombre.
Pero entonces, sigo estudiando y aparece Aristóteles para hundirme de nuevo en mi duda permanente de "Historia,¿por qué? ¿para qué?". Según Aristóteles, la historia se ocupa de lo anecdótico, de las coyunturas humanas que han ocurrido de ese modo como podrían haber ocurrido de otro. Así piensa, que tiene mucho más valor la lírica que la historia porque se ocupa de las sensaciones más profundas del hombre, las que trascienden, las que permanecen. Menosprecia en cierto modo la historia diciendo que la poesía tiene mucho más de filosófico, mientras que la historia se ocupa de lo episódico y circunstancial.

Durante toda la carrera me he preguntado para qué sirve la historia, y si realmente me gusta. Esa duda me ha hecho plantearme dejarla muchas veces y sólo en momentos muy concretos, como cuando leí a Tucídides, o cuando leí "La formación de una sociedad represora" de Moore, o estudiando las religiones del mundo clásico, se ha disipado. Generalmente la gente tiene muy poca idea de lo que es la historia como disciplina. Casi todos tienen el concepto de las cuatro cosas que les cuentan en el instituto. Lo ven como una especie de narración de hechos ordenados cronológicamente y casi planos.
Yo debo decir que cualquiera que haya leido mucha novela histórica sabrá muchos más hechos concretos que yo, que según pasa el exámen suelo borrar muchísimos datos, nombres y fechas de mi cerebro. Pero no sabrá HISTORIA. La historia es una disciplina con una metodología compleja detrás. Con muchísimo debate interno. Y con una carga teórica más allá de los acontecimientos concretos que casi nadie conoce. Muchas veces ni los propios historiadores que van derechos a enseñar a los institutos. No es una carrera difícil de aprobar. Quizá sí sea difícil de comprender en profundidad. Los profesores no suelen exigir esa comprensión. Aunque la agradecen cuando la ven en un exámen.

Después de muchos años en la carrera sigo sin tener muy claro para qué sirve la historia, pero sí sé lo que a mí me ha aportado. Me ha hecho plantearme un montón de preguntas que probablemente en ningún otro campo hubiera tenido ocasión de formularlas. Me ha potenciado todavía más el espíritu crítico con todo aquello que me cuentan. Siempre se debe ser crítico con las fuentes, ver quién lo escribe y qué ideas y objetivos hay detrás. Contrastar. Eso ya lo hacía antes de entrar en la carrera, pero el conocimiento histórico te hace desenmascarar los objetivos ocultos mucho más fácilmente, te hace conocer los mecanismos sociales que operan tras de sí. Te aporta imparcialidad, y te hace ser consciente al mismo tiempo de tu propia subjetividad. TU conocimiento previo, tus ideas, te predisponen irremediablemente a adoptar una u otra actitud hacia un acontecimiento. Al final lo que la historia consigue es que me cueste creer en nada. Consigue que encuentre aspectos positivos y negativos a cualquier tipo de sistema, organización social, puntos de vista...y eso desemboca en que a veces siento que soy tan escéptica que soy incapaz de tener ideales, o al menos, de convencer a nadie de que lo que yo creo es bueno. No considero que tenga ese derecho.

Así a lo tonto me doy cuenta de que la historia puede ser muy útil a las personas. Pero todo lo que te ofrece, hoy no es útil al sistema. Y por eso va quedando cada vez más relegada en esta sociedad cientifista.

Es precisamente su vocación científica lo que ha ido cambiando los paradigmas y lo que ha terminado por hacerla inútil para el sistema. Hoy se trata de hacer una historia "científica" en el sentido de que se procura perseguir la imparcialidad y apoyar las teorías e interpretaciones en datos, intentando desvincularse de fines políticos guardando la mayor fidelidad posible a la realidad de los hechos.
Obviamente, hoy, como siempre, hay muchas historias e historiadores, que como hijos de su tiempo hacen historias perniciosas y se dejan llevar por fines políticos. De hecho creo que esa es la verdadera utilidad de la historia. La historia siempre ha servido a fines políticos. Hoy, al tratar de liberarse de ellos, al buscar la objetividad, la historia se está suicidando pues resulta inútil al sistema.
Si se continúa por esta vía, será una disciplina más sincera. Pero será una disciplina muerta.

Buf! Vaya rollo que he soltado! Pero es que este tipo de comidas de cabeza no se las puedo contar a nadie sin dormirles. Por eso me desahogo aquí y el que se aburra que deje de leer.

domingo, 20 de septiembre de 2009

En mi laguna

Hoy vengo a mi laguna
a dejar pasar las horas.
A nadar entre palabras.
A borrarme los recuerdos.
A que el agua cristalina
me mezca con su susurro.

Me zambullo.

Que sus olas transparentes
difuminen mis naufragios.
Que las sirenas entonen
sus narcóticos cantos.

Que me duerma.

Y entre sueños de piratas
sigo surcando los mares,
las lagunas, los oasis.
Y entre oasis de memoria
voy perdiendo los sentidos,
los dolores, los latidos.

Buceando.

Ya sin aire,
en el fondo, en el fango.
Ya con frío.

Encallando.

Con la asfixia de tu ancla
lloraré entre sus cadenas.
Con la fuerza de mi calma
lucharé para romperlas.
Silenciando tus temores con mi aliento.
Suspirándote palabras en silencio.

Tomo aire.

Hoy respiro nuestras lágrimas
que reviven mi laguna
anegando los desiertos.
Escondida entre sus dunas
esperando que me encuentres,
pasa el tiempo.

Naveguemos a la luna.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Ella

Ella era una rosa embrujada en una urna de cristal.
Delicada y venenosa.
Tierna y espinosa.
Dulce y roja.

Un día alguien rompió su urna
llevado por su embrujo.
Intentó cogerla.
Le clavó una espina
y se empezó a marchitar.

Rodeada de filos cristalinos
sus tiernos brotes iban cargándose de veneno
Por miedo a vivir sin su urna.
Sin su coraza.
Sin su embrujo.

Por miedo...

Muchos mortales quisieron poseerla,
ella era roja intensa,
pero su veneno terminaba por asustarles.
Cada nueva huida era un pétalo marchito.
Un cristal se clavaba en la rosa por cada espina que regalaba.

El intenso rojo sangre tornó granate
y el perfume que emanaba fue perdiendo embrujo.

Perdiendo...

Ya no era tierna, era vítrea;
más frágil, más fría,
más venenosa...

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Caduca

Tras un tórrido verano el otoño empieza a dar sus primeros coletazos. No ha llegado todavía, pero lo presiento pisándonos los talones... Vientos fríos que te congelan por dentro y te advierten de que pronto los días serán cortos y las caras largas. Los árboles también lo han notado. Algunos parece que tuvieran ganas de hibernar... de desnudar sus ramas y dormirse hasta la próxima primavera.Ven que ya todo es decadente y quieren perder sus hojas cuanto antes. Los plataneros llevan tiempo amarilleando y el otro día un manto marrón cubría el paseo. Pensé: es pronto todavía, los árboles deben de estar tan confusos como yo...
Y así me consuelo creyendo que es algo natural. Todo se seca, se cae y se pierde... Pero confío, como ellos, en revivir la próxima primavera. Que mis brotes sean cada vez más fuertes y consiga de una vez por todas ser un árbol perenne, inmune al invierno, ajeno a la estacionalidad de las emociones.