Casi todos los titulares que he logrado ver cuestionaban de una u otra forma las "verdades" con las que nos bombardean los medios, y no sé muy bien por qué me ha dado por pensar en la gripe A, la gripe porcina, el virus H1N1 o como prefieran llamarlo.
Lo cierto es que no he leído mucho sobre el tema porque me aburre desde la distancia y echa un tufillo a chamusquina que prefiero no descubrir. Como tantos otros, me pregunto si no habrá sido fruto de la ambición de las grandes industrias farmacéuticas, que viendo los enormes beneficios que obtuvieron con los antivirales para la gripe aviar, y la sobreproducción a la que tenían que hacer frente, se plantearon soltar un bichito no muy aniquilador pero suficientemente contagioso como para crear un negocio de titánicas proporciones que se extendiera en tiempo y espacio... Y de repente crearon una PANDEMIA.
Un nombre monstruoso para un plan monstruoso, que se adapta perfectamente a un sistema monstruoso donde incluso el miedo es un negocio.
Yo no tengo pruebas de esto, pero es mi blog, así que tampoco las necesito :P. Son simples sospechas que preferiría que no fuesen ciertas, pero el mundo en el que vivimos es el del dinero, el de las cifras, los balances, la estadística y la economía.
¡Oh diosa Economía! La economía moderna nace de la búsqueda de modelos matemáticos que expliquen la realidad y aspira a tener la capacidad de predicción de las ciencias naturales, olvidándose de que la economía es una ciencia SOCIAL, cuyo objeto de estudio es el SER HUMANO, que por definición nunca será absolutamente predecible. Intentar explicar su comportamiento, sus actividades y sus ciclos mediante modelos matemáticos puede estar bien. El problema surge cuando, como sucede ahora, intentamos adaptar la sociedad al modelo, en vez de a la inversa, convirtiéndonos todos en esclavos de un modelo tan imperfecto, injusto, contradictorio, impersonal, egoísta... Pero nadie sabe, o nadie quiere, o a nadie le interesa cambiar el modelo matemático, el modelo económico, por otro que explique mejor nuestro comportamiento, que se adapte mejor a nuestras necesidades. Es mucho más sencillo doblegarse a la dictadura de las cifras, del dinero.
Y así nos encontramos con que resulta verosímil que una farmacéutica anteponga los beneficios económicos a las vidas humanas. O que una universidad sólo forme a 30 profesores de humanidades cada año para no engrosar en el futuro el índice de profesores parados y conseguir así que la ANECA le dé mejor valoración porque cumple los criterios de empleabilidad con los que hace sus evaluaciones (vale, esto es una cuñita antibolonia que igual no se entiende bien pero dejo la explicación para otra entrada). O que un médico cobre más a final de mes por haber recetado menos medicinas,... O tantos y tantos ejemplos donde las cifras estadísticas, falseadas o ciertas, se anteponen a las necesidades reales de las personas...
El mundo está en jaque mate.
