sábado, 25 de abril de 2009

Cosas que nunca hizo...


Y se fue...
Tomó el rumbo hacia lo desconocido. Dejó atrás todo lo predecible y se lanzó a un nuevo universo... Quizá se estrellase, pero no le importaba demasiado.
Después de tantas lágrimas...qué mas daba unas cuantas más.
Pero necesitaba no posponer más una conversación pendiente que le aterraba, una decisión que debía depender sólo de sí misma.
Al fin y al cabo, ¿qué era lo que la ataba aquí? Nada. El seguir el camino que parecía estar trazado para ella...¿pero era realmente ese el camino que quería seguir?
Creía que no.
Así que se armó de valor y arribó al nuevo mundo. Sólo era por un año. Eso es lo que ella tenía muy claro. Pero se austó al pensar que quizá no fuera así...
Tantos miedos bloqueándola...
Alguien le dijo que no era miedo. Lo llamó sentido común.
Pero el sentido común nunca le había dado buenos resultados...
Así que aterrizó en Yucatán, en busca de no sabía qué.
Encontró mucha gente. Personas muy diferentes a ella. Personas que no se asemejaban a nada de lo que concebía su eurocéntrica mente. Tuvo oportunidad de descubrir estadounidenses, esos seres que siempre había encasillado como Epimeteos, simples marionetas sin cerebro. Pudo por fin hablar con fundamento de muchas cosas...de las que cada vez tenía menos ganas de hablar. Porque simplemente ahora le interesaban otras muchas que desconocía por completo...
Lo pasó mal, muy mal al principio. Muchos nervios, muchos miedos, muchainseguridad...pero sobrevivió a los mismos y eso la hizo más fuerte.
Creció.
También como arqueóloga... no en vano estaba en una de las zonas arqueológicas más ricas del planeta... Pudo comprender todas aquellas estructuras, templos, pirámides, altares sacrificiales...Un imperio muerto, y sin embargo orgulloso todavía. Le enseñaron una metodología arqueológica más próxima al mundo anglosajón, enmarcada dentro de la antropología...al fin y al cabo esa era la única faceta que le interesaba de la historia: poder conocer mejor a las personas, al humano como especie. Los datos...igual venían que se le olvidaban. Y en el fondo le daba igual. Podía vivir sin ellos.
Recuerda que un día la llevaron a un cenote. Una pequeña gruta llena de agua, donde la luz con sus reflejos hacen un juego que roza lo mágico. Sumergida en una sensación telúrica, al saber que mil años atrás otros seres humanos experimentaron la misma fascinación, inmersos en agua y tierra mientras el sol intentaba espiar desde una pequeña abertura...
Ese torpe sol la hizo despertar de su sueño y descubrirse en Zaragoza, consciente de que los años de vagancia se pagan y no se merecía esa oportunidad. Consciente de que el mundo laboral la estaba llamando y un año allí la alejaba del mismo. Y consciente de que apenas tenía tiempo para sacar adelante todos los trabajos de curso como para seguir divagando con eso...
Espero no arrepentirme.