jueves, 17 de febrero de 2022

Violencia Obstétrica

Yo era de las que creía que la violencia obstétrica era una exageración. Que no había que llamarla así...Hasta que la sufrí en mis carnes. Paso a relatar mi parto. Y saquen sus propias conclusiones. Mi hija nació el 04/02/2021 en el Hospital Clínico de Zaragoza. Mi fecha probable de parto era el 30/01/2021. Unas semanas antes, contacté con el hospital para intentar hablar de mi plan de parto. Era el documento descargado del sitio del Ministerio de Sanidad, es decir, tampoco quería pedir nada a lo que no tuviera derecho ni ninguna exigencia rara. Mi intención era, si me veía con fuerzas, aguantar sin epidural, puesto que me daba miedo que me ocurriera como a mi hermana, que se le pararon las contracciones con la anestesia y eso supuso que se le alargara el parto muchas horas. Me recibió una matrona que lo revisó y me dijo a varias cosas que no iban a poder ser porque sus protocolos eran diferentes a lo que ponía en mi plan: - Me dijeron que me iban a coger una vía sí o sí. - Me avisaron de que no podría beber agua ni líquidos desde el momento que me bajaran a paritorios. - Respecto a moverme, me avisó de que estaría monitorizada y que sería complicado una vez en el paritorio. - Pregunté si había algún tipo de analgesia intermedia, que no fuera epidural y me dijo que no. O epidural o a pelo. - Respecto a la episiotomía me dijo que intentarían evitarla, pero no lo podía asegurar. - Lo mismo respecto a la sonda. - Sí me dijo que respetarían el piel con piel, y el corte tardío del cordón umbilical. - Respecto a que los profesionales que me iban a atender se presentaran y tal me dijo que solían hacerlo, pero que a veces con las prisas se les pasaba. Yo acepté sin poner pegas lo que me dijo, porque yo siempre asumí que eso era lo que quería en la medida en que se pudiera. Entendiendo en todo momento que los hospitales tienen protocolos y funcionamientos cerrados que no siempre se adaptan a nuestras expectativas. Me pidió que participara en un estudio que estaban realizando sobre embarazo y COVID y me devolvió mi plan de parto, en vez de guardarlo y tramitarlo. A posteriori, he llegado a pensar que me recibió y me atendió como vía para conseguir participantes en su estudio. Ya que lo de mi plan de parto cayó en saco roto. El día 3/02/2021 pasé ya la madrugada un poco molesta. A lo largo del día las contracciones fueron subiendo de frecuencia e intensidad. Hacia las 18:00 eché el tapón mucoso. Me bañé y aguanté en casa hasta las 2 de la mañana del 04/02/2021. Mientras estuve en casa tengo recuerdos bonitos. Con mi pareja ayudándome a aguantar, con música, con mi madre cuidándome. A las 2 y pico llegamos al hospital. Según nos mandaron hacia obstetricia mi pareja recordó a la persona que nos acompañaba que teníamos un plan de parto; a lo que ella respondió: "Para lo que os va a servir..." Llegamos a obstetricia y según abren la puerta para pasar a monitores la persona que abre le dice a mi pareja de muy malas formas: "Tú fuera", sin más explicación. Mi pareja le pregunta por qué y ella le dice: "No puedes pasar" y le cierra la puerta en las narices. Me dejan en una sala desnuda de cintura para abajo, con la ventana abierta de par en par. No sé cuánto tiempo. (estábamos en plena ola COVID) En casa las contracciones ya eran muy fuertes y muy seguidas. Pero entre el camino al hospital y ese recibimiento, se me paran un poco. Por fin viene una matrona, me hace un tacto, y me pasan a monitores. Me dicen que estoy dilatada de 3 cm. En monitores me traen una bebida hiper azucarada dicen que para que se mueva el bebé. Me dejan con el vaso en la mano todo el tiempo que estoy en monitores, y con una sensación de náusea para todo el resto del proceso. En esos primeros monitores (sola sin mi pareja) me dicen que la nena aguanta bien las contracciones y que me van a pasar a planta. En la planta, ya con mi pareja, él intenta que cojan el plan de parto, pero no recuerdo si consigue que alguien le haga caso. Con la tranquilidad, estando los dos solos, las contracciones vuelven a acelerarse y hacia las 5 rompo aguas en la habitación. Llamamos al timbre de enfermería, les decimos por el interfono que he roto aguas y preguntan: "¿se ha mojado mucho?" A lo que yo digo: "hombre, sí, un poco, he roto aguas" Al poco entra la enfermera y lo primero que exclama es: "A ver cómo limpio esto!". Mientras yo, dolorida, pienso: "estoy en una planta de ginecología y he roto aguas, disculpe usted, me podría decir si me bajan a paritorios o qué pasa?? Me importa una carajo cómo lo vayas a limpiar" Por fin me bajan a paritorios y de nuevo dejan fuera a mi pareja, "sólo mientras me cogen la vía". Entran dos personas, un hombre y una mujer. No sé sus nombres ni su cargo. Me hace un tacto la señora, me dice que estoy de 7 cm y que si quiero epidural. Le contesto que no sé, que no estoy segura, que si lo que falta duele o dura mucho. Me dice que doler, duele. Le digo que si puedo esperar a que entre mi pareja para decidirlo y me contesta: "la que vas a parir eres tú" (yo en ese momento no sabía que hacer, por el miedo que me daba a que se me paralizara el parto y porque me había estado preparando semanas antes para intentar tener un parto natural, y había hablado mucho con mi pareja sobre qué sería mejor y cómo lo haría, aunque en ese momento tenía bastante dolor) Primero intenta cogerme una vía la mujer en la muñeca izquierda. No lo consigue, lo intenta con el brazo, tampoco lo consigue; entra en escena el hombre (a posteriori supe que era el matrón), intenta cogerme vía en la muñeca derecha, y nada; y consigue por fin cogerme la vía en la flexura del brazo derecho. Los goteros siguen colocados a mi izquierda. Me han puesto correas por todos lados. Pregunto si me puedo mover y me contesta que sí. Pero intento moverme y entre las correas y los cables del gotero que me pasan por el cuello es imposible. Por fin entra mi pareja. Le digo que no sé qué hacer respecto a la epidural. Me hacen un nuevo tacto y me dicen que ya no puedo, que estoy dilatada completa. La señora que era algo más amable desaparece. Y ya se queda de responsable el matrón. Me pasan a la sala de partos porque vamos a empezar el expulsivo. Allí hay también una chica joven (entiendo que la residente de ginecología) y en algún momento aparece también otra enfermera que no sé de dónde ha salido. Durante el expulsivo el trato del matrón hacia mi, que es el único que me habla, es siempre con un tono de militar. Sólo órdenes en tono súper abrupto. En un determinado momento me intentan meter algo. Le pregunto que qué hacen, y me dicen que me van a sondar. Cuando todo mi cuerpo está intentando expulsar, y la cabeza ya está encajada, intenta, sin anestesia meterme un tubo por la uretra. Me hace muchísimo daño y yo además había leído que está desaconsejado. Le grito que no. Que ni se le ocurra. Me contesta que necesitan ese espacio para la cabeza de la niña y que si no, me tienen que hacer episiotomía. Le digo que haga lo que quiera pero que no me sonde. Así que me cortan. Me empieza a decir que "no le sirve que empuje en la garganta", "que tengo que empujar abajo" "que no respire a mitad" Le digo que si no me ahogo y que me voy a romper. Me ordena que empuje y lo hago. Y me rompo (me rasgué hacia clítoris pese a la episiotomía). Son las 6:30 de la mañana. La niña sale y le cortan rápidamente el cordón (sin preguntar y sin respetar nada del corte tardío) y se la llevan. Ni un minuto de piel con piel. Nadie me explica nada. No sé si ha habido sufrimiento fetal, si hay algún problema, o si es solo "protocolo". Mi pareja se va con la niña y yo me quedo expulsando la placenta sin el matrón y con la chica joven residente. Al rato me traen a la niña y me dicen que me la dejan "sólo10 minutos y luego nos la tendremos que llevar otra vez a observación". Pregunto si está bien, y me dicen que sí, pero que le quieren mirar bien la respiración. Ese momento que debería de haber sido precioso, me lo arruinaron su trato y su praxis. Me pusieron a la nena en el abdomen y trepó hacia mi pecho izquierdo. Yo trataba de sujetarla pero tenía a una enfermera gritándome que no doblara el brazo derecho porque como tenía ahí la vía, si lo doblaba no me pasaba la medicación (no sé qué medicación, ya que no me habían puesto epidural, imagino que oxitocina...pero a saber) El caso es que todo el rato gritaba: "que no dobles el brazo" "Que lo estires". Mientras tanto, matrón y residente me intentaban zurcir la episiotomía. Así que tenía al matrón gritándome que no me moviera. "Estáte quieta" "No te muevas" Me estás cosiendo la vagina sin una triste anestesia local...tengo a una bebé recién nacida en mi pecho y sólo me dejáis sujetarla con mi mano izquierda. Igual es normal que me mueva. Me arruinaron el momento que debería haber sido mágico, con un trato deplorable. Mi peor recuerdo no es el parto en sí, es el trato recibido y el dolor de cuando me cosieron. Para lo demás iba mentalizada, para eso, no. Además me hicieron una sutura muy mal hecha. Estuve un mes sin poderme sentar casi. Al final, mi madre, que es médico, me tuvo que soltar uno de los puntos porque me tiraba muchísimo y no había forma de que cerrara. Cerraron por segunda intención. Por suerte, la parte del clítoris no se atrevieron a coserla y por fin llamaron a la ginecóloga adjunta. Y vi la luz. Fue tan bestia el contraste que aún me da más rabia lo que tuve que pasar con ese individuo. La ginecóloga se presentó, me tranquilizó, me habló con cariño y suavidad. Me explicó todo. Y cuando me iba a meter la aguja, por fin le dijo la residente: "no lleva anestesia". A lo que la médico contestó: "ah, vaya. Ese detalle me lo podríais haber comentado". Así que me volvió a tranquilizar, echó spray local anestésico, me dijo que no era la panacea pero que algo me aliviaría. Y de verdad, que además de mucho más rápido, me dolió la mitad que los otros y cicatrizó muchísimo mejor. A todo esto, a la nena no se la volvieron a llevar. Tampoco me explicaron por qué. Dijeron que al final no hacía falta (mucho mejor, claro). Cuando ya me sacaron del paritorio me dijo el matrón: "es que con epidural controlamos todo mejor" y no sé cómo pude contener un "vete a tomar por culo maldito HdP". Antes de subirme a planta, vino un vez más y me hizo un tacto dolorosísimo, con gasas y tal para ver si sangraba. Y nada más subir a la habitación, como estábamos en plena ola covid, me remataron diciendo que me iban a poner compañera de habitación. (son habitaciones pequeñísimas y además, aquello nos obligaba a seguir con la FFP2 todo el tiempo de ingreso). Así que he estado con pesadillas durante varios meses después. La cicatriz de la episiotomía todavía me molesta bastante, tanto en relaciones sexuales, como yendo en bici...etc. Y lo que sí han conseguido es que yo, si vuelvo a parir, les voy a hacer caso y a obedecer en todo lo que me digan. Por supuesto con epidural. Porque me llego a plantear que el trato recibido haya sido porque les haya molestado lo del plan de parto. No sé, no encuentro otra explicación. Y porque, si total al final, van a hacer todo a su manera, por lo menos que no me hagan tanto daño, ni físico, ni emocional. La otra opción que me planteo es parir en casa. Porque mi parto fue precioso, hasta que puse un pie en el hospital....y se convirtió en pesadilla. No sé si pudo haber algún problema que no me explicaron con la nena...y que les entrase la prisa...o no sé. Yo ingresé hacia las 2:30 a.m. y a las 6:30 la niña ya estaba fuera. La verdad que todavía hoy no lo entiendo. En cualquier caso, coserme sin anestesia, es algo que sigo sin comprender. Y pasarse el piel con piel, y el corte tardío del cordón por el forro, pues tampoco lo entiendo. Siento haberme enrollado mucho, y haber dado tantos detalles que igual eran superfluos. Pero es que lo recuerdo todo como si fuera ayer... me gustaría ser capaz de ir olvidándolo...pero no puedo.

El primer año de Su

He venido aquí a intentar vomitar en palabras algunas de las sensaciones de este último año y me he sorprendido al leer la última entrada... Ya no la recordaba. Recordaba haberlo escrito, pero no recordaba haberlo publicado... Y mirando la fecha de publicación, me resulta aún más curioso. Publiqué eso el 10 de mayo de 2020 (aunque lo escribiera dos años antes) y el día 15/05/2020 me quedé embarazada de mi hija Susana. Lo confirmé el 27/05/2020 con un test más que positivo. Fue algo fortuito, no buscado para nada...pero estamos en febrero de 2022 y la Pequeña Su ya tiene un año. Me da entre risa, escalofríos y vértigo pensarlo. Han pasado tantas cosas...

domingo, 10 de mayo de 2020

LA DUDA CONSTANTE

Escrito de hace 2 años...se pasa rápido el tiempo... Y eso que entonces todavía no había pandemia...


Mujer, 34 años.
Desde hace unos años me surge la duda, esa que toda mujer que ronda mi edad se plantea, sobre ser o no ser madre. Una parte de mí envidia enormemente a quienes tienen una respuesta clara a esa pregunta. Quizá una de las más trascendentes de la vida. Hijos sí, o hijos no.

Es una decisión que no tiene vuelta atrás, tanto si los tienes como si no. Y quizá por ello me cuesta tanto tener una respuesta clara a la pregunta.

Yo, indecisa por naturaleza, no sé hasta qué punto la duda es mía, o es inducida por la cantidad de veces que escuchas que se te va a pasar el arroz, que si no te decides ahora luego te vas a arrepentir...etc. etc.

Lo cierto es que nunca me he llevado muy bien con los niños. No me sale jugar con ellos de forma natural. Me relaciono torpemente y a veces les trato como si fueran mayores. Me cuesta pillarles la medida y siempre les intento enseñar algo y supongo que ellos no siempre tienen ganas de aprender... Imagino que tiene que ver con mi infancia...yo siempre me relacionaba más fácilmente con adultos que con los niños de mi edad. Quizá nunca supe ser niña...o incluso desde la infancia hay unos corsés sociales en los que yo no encajaba.

Desde que tengo sobrinas he mejorado bastante. Y disfruto mucho con ellas. Aunque también me agoto. Me sorprende su capacidad de aprendizaje, su imaginación y su compleja personalidad tan marcada con menos de tres años...son increíbles. Pero ver a mis hermanas con sus hijas, me hace tener todavía más miedo a la maternidad. Quizá sea cierto, quizá se me ha pasado ya el arroz. No biológico, pero sí mental y quizá físico. Ser madre me parece una de las tareas más difíciles que existen. De las que más desgasta, física y mentalmente.

Hagas lo que hagas te vas a equivocar. ¿Cómo alguien como yo, que no he superado muchas de mis inseguridades, voy a ser capaz de transmitirles seguridad a mis futuros hij@s? Y no sólo eso. Yo quiero y admiro a mis padres. Me parecen unas personas muy inteligentes, sensibles, cabales, idealistas... Sin embargo, siento que se equivocaron en muchas cosas. ¿Cómo yo, que no soy para nada mejor que mis padres, voy a ser capaz de hacerlo mejor que ellos?

No sé, siento que en cuanto me lo planteo mucho, la respuesta ante tener o no hijos es NO. Y no sólo por mis miedos personales. ¿Cómo yo, licenciada con dos másteres y no sé cuántos cursos, que trabaja, sin embargo, de auxiliar administrativo, voy a ser capaz de mantener a mis hijos? Esa duda sobrevuela la cabeza de muchas personas de mi edad y más jóvenes. Hay quien vence el miedo y se lanza, pero yo...no lo tengo claro. No quiero traer una persona al mundo para que tenga que vivir en la precariedad.
Más allá de eso, mi pareja tiene claro que no quiere hijos. ¿Hasta dónde llega mi deseo de ser madre? ¿Pesa más como para dejar una relación en la que me siento relativamente feliz? En este momento la respuesta es NO. Pero no puedo evitar pensar en que quizá más adelante me arrepienta. Los hijos son también un motivo para luchar, para salir adelante. Cuando ya no te quedan fuerzas, hay cosas que no harías por ti, pero sí por ellos.

A mi edad, empiezo a ser consciente de que no voy a llevar esa vida viajera y aventurera con la que soñé. Al final llevas una vida estándar, con un trabajo que te da de comer, pero no te apasiona; en tu misma ciudad natal, que te encanta, pero no te estimula; y con una apacible tranquilidad que deja reflejos puntuales de felicidad en la gama de grises de la rutina.

Y si llevo una vida estándar y empiezo a asumir que no voy a ser la viajera, hippie aventurera que fantaseaba en mis años más jovenzanos...¿por qué no seguir con lo estándar y ser madre? ¿Hay quizá una aventura mayor que esa? Esa que te da sentimientos y emociones más fuertes que ningún viaje, amor o amistad. Esa que te obliga a madurar de repente y a cuestionarte continuamente. Esa con la que no paras de aprender, de ilusionarte y de frustrarte a partes iguales. Quizá SÍ, quiero ser madre.

Pero entonces escucho mis principios. Ese deseo, mi deseo de ser madre, es un deseo egoísta. Es por mí. Por mi crecimiento personal, por encontrar una razón para vivir, por vivir esa experiencia YO.
Porque la futura criatura no ha pedido venir a un mundo cada vez más inhumano, con menos certezas, más egoísta y materialista, en el que posiblemente viva en una precariedad aún mayor que la mía, con peligros en ciernes como guerras, escasez de recursos naturales, etc. etc. Pero precisamente por eso también pienso en la importancia de educar niños con ideas y principios más humanos, más solidarios, más responsables y más respetuosos con el medio ambiente y con sus congéneres. Quizá mis hijos pudieran contribuir a mejorar el mundo...

Demasiadas dudas. Y el reloj sigue corriendo...

Algunas personas me han animado a congelar óvulos, por lo que pueda pasar. Pero es una decisión que, esta sí tengo clara, no quiero tomar. Lo primero porque, viendo a mis hermanas, y diciendo esto desde el total respeto a quienes opinan diferente, no quiero traer un hijo al mundo yo sola. Me parece casi imposible sin alguien que me ayude, y no quiero comprometer a nadie que no sea su padre. Podría hacerlo con un o una canguro pero no tengo capacidad económica para mantener eso. También, me parece muy egoísta por mi parte privar a un niño de la figura paterna (o materna si fuera pareja homosexual). Privar a un niño de dos modelos distintos, de dos figuras en las que apoyarse y reflejarse y con influencia a partes iguales. Además, no quiero ser madre mayor...no me van a quedar fuerzas ni energías para bregar con un adolescente a los 60.

Así que la decisión es ahora. De aquí a uno o dos años como mucho. ¿Cómo tomar una decisión tan trascendente? Y si decides que sí y luego no puedes...He visto a muchas mujeres obsesionarse y sufrir muchísimo por no poder tener hijos. Me da miedo también entrar en ese bucle.

Al final evitas pensar en ello. Y el tiempo corre...
Y supongo que yo, no seré madre.

martes, 24 de noviembre de 2015

Gris



Exploto sin demostrarlo.

O simplemente sigo la inercia de una vida sin tiempo, en la que lo pierdo demasiado.

Ya no sueño. No tengo tiempo ni ganas de hacerlo.

Me conformo. Y creo que esa es la clave de la felicidad.

Pero también del estancamiento.

Creo que cada vez me importa menos todo.

Vivo por primera vez el presente, que es gris claro.

Monótono pero tranquilo. Con alguna sonrisa.

Podría seguir así y no me importaría demasiado.

Salvo por un golpe en lo que más quiero, una incertidumbre y un miedo que enfrentar,
más profundo que ninguno hasta ahora.


Así es como he aprendido a valorar mi gris vida: a base de golpes y comparaciones.

Podría ser peor. Por eso estoy agradecida e inmóvil.

La persona que más quiero en el mundo me tiene que encontrar fuerte y feliz.

Y es lo que intento.

Ser fuerte y feliz.


No concederme compasión sino aceptar lo que tengo y ser feliz con ello.

¿Es la salida? No lo sé. Ya no intento buscarla.

Sólo me quedo donde estoy saboreando un gris claro con pocos matices, pero con buen sabor.

Me pinto la sonrisa y destierro las añoranzas.

Leo lo que me venden las redes y los medios y evito las ganas de crear.

De conectar con mi yo profundo para no caer.

Para seguir estable, fuerte y feliz.


Aunque hoy haya sentido la necesidad de contarlo en mi laguna.

Para no contarlo a nadie. Y contarlo a todos.

Para explotar a mi manera.

Para volver a valorar mi gris felicidad.



sábado, 1 de agosto de 2015

Antolín

Te fuiste de repente y ya no sé dónde estás.
A veces me acuerdo de los miles de momentos compartidos
y otras sueño con que volverás.
No me creo que hayamos dejado de importarte de repente
y sin embargo, eso es lo único que parece.
Allá donde estés recuerda que te echo de menos.
Y que pueden más las ganas de compartir litro contigo
(como el ritual que describiste en aquel relato adolescente)
que de darte los cientos de collejas que te mereces.
Por dejarnos solos. Por dejarme sola.
Por privarme de tu apoyo, de tus consejos, de tu compañía...
De todas las divagaciones que sólo nosotros entendíamos.
De esa complicidad fraguada con años y neuronas, con conciertos y frikadas,
con amoríos y confusiones...
Ojalá seas feliz allí donde estés.
Pero creo que nadie puede ser feliz si para ello se arranca una parte de lo que fue.
De lo que es.
Puedes seguir autoengañándote,
pero algún día volverá tu esencia a recordarte lo fingido que es ese mundo de piruleta que te has construido y tragado hasta empalagarte.
Te pasará a ti y posiblemente a todos.
Búscame cuando llegue.
Te estaré esperando para darte una colleja y pasarte el litro.

martes, 13 de enero de 2015

Vida oxidada

Y sentir cómo la vida se escapa.
Cómo corre y huye y la ves pasar.
Querer huir de una rutina que ahoga.
Y no saber cómo cambiar.

Algo hice mal.
Pero hoy ya me da igual.
Poco me importa nada, porque nada importa ya.
Y mientras las lágrimas discurren en silencio cada noche
puntuales a su cita.
Sigo dejando que el tiempo vuele adonde yo no podré volar.

Dime,
dime dónde buscar.

Cómo,
Cómo atrapar las sonrisas
si cada vez se fingen más.

Quisiera volver a sentirme plena.
Quisiera volver a sentirme en paz.
Quisiera volver a navegar,
volver a respirar libertad.
Volver a soltarme la melena
y a querer, como si no quisiera nada más.

A sentir que algo tiene sentido y que camino por dónde quiero,
no por donde otros van.

Me ahogo en esta triste ciudad,
vacía de amigos.
Vacía de hermanas.
Vacía sin más.

Cuando la ilusión baila con los demás.
Se va sin decir a dónde.
Se escapa sin mirar atrás.
Huye, como yo huiría.
Huye como tantos más.

Y mientras me arranco estas palabras ya oxidadas del alma
sin ritmo ni compás,
Sigo el son de esta cacofonía laberíntica,
donde la armonía es mediocre y el sonido siempre igual.

Así que ya me despido y me voy a trabajar.
Un día detrás de otro.
Todos los días igual.
Tan sola ayer como mañana.
Pero hoy a ganarse el pan.
Las migajas de este mundo.
Eso queda, nada más.

miércoles, 30 de julio de 2014

La equitativa

A veces me da por mirar la parte de arriba de los edificios de mi ciudad...y siempre me sorprendo. Suelo hacerlo con relativa frecuencia, pero siempre hay detalles que previamente me habían pasado inadvertidos.
Hoy por ejemplo, en Paseo Independencia, me he dado cuenta de que uno de sus edificios reza: "La equitativa".
Soy una ignorante respecto a la historia reciente de Zaragoza, y lo primero que se me ha ocurrido (ilusa de mí) es que en un principio pudiera pertenecer a una caja de ahorros o algo por el estilo, por la idea de redistribución del dinero.
Investigando un poco he descubierto que perteneció a una compañía de seguros que se llamaba así, y que tenía lazos con una aseguradora estadounidense que terminó siendo AXA. Lo curioso es que además del nombre, el símbolo es una estatua que simboliza la justicia...

También me he fijado que El Corte Inglés ha cambiado el tipo de letra, o, como diríamos hoy, ha cambiado su imagen corporativa. Y que en medio de moles de edificios horribles todavía perviven pequeñas joyas modernistas dejadas de la mano de dios, y casas antiguas más humildes a medida que te alejas del centro. Cuando levantas la cabeza ves fachadas destartaladas y otras recién pintadas, ves restos de Los Sitios, de la arquitectura parlante de principios del siglo XX, del desarrollismo franquista, de los barrios de aluvión, de los excéntricos 70 y 80... Al fin y al cabo la historia de la ciudad también se plasma en su arquitectura, se plasman sus clases sociales, se plasma su esencia y su hipocresía, lo mejor y lo peor, lo refinado y lo burdo, las modas y las pervivencias. Sólo hace falta alzar la vista un poco más y escuchar a los ladrillos.

Por si alguien todavía no lo sabe, la fábrica Averly, historia viva de Zaragoza, va a ser destruida por un nuevo pelotazo urbanístico.
Habrá quien diga que es progreso y trabajo. Para mí es como el "botox" de las ciudades, las renuevan tanto que las vuelven inexpresivas, plastificadas, homogéneas. Es arrancarles las huellas que deja el paso del tiempo de golpe, y olvidar cosas tan tontas como que un día la estatua de la Justicia representaba algún valor, importante incluso para una imagen corporativa. Probablemente ayer, como hoy, sólo fuera eso: imagen.

Lluvia de estrellas

Ayer no vimos una estrella fugaz.
Ni pudimos pedir deseos estelares.
Las estrellas se escondieron,
no tuvieron valentía para hacerse oír.
Se cansaron de cumplir deseos terrenales que se van perdiendo por el cielo.

Ayer miramos poco el cielo. Sólo de forma superficial.
No supimos ver las estrellas escondidas
ni las heridas que lucían en el oscuro manto de un cielo sin luna.

Quizá no merecemos que nos concedan más deseos,
pues los concedidos los desperdiciamos en lunas pasadas,
en estrellas apagadas, en heridas ocultas.

viernes, 29 de marzo de 2013

...

Viendo que las cosas son incomprensibles y que el mundo parece estar cada vez más del revés refugiarme en las facetas de mi vida que fucionan son la mejor solución para seguir adelante.

Ser esclava de las hormonas, de la salud, de los productos sin gluten, no ayuda a continuar en esta rutina extenuante en la que vivo últimamente. A veces me gustaría dar al stop. Parar la película. Frenar y bajarme de este tren.

Pero no se puede.

Estoy agotada. Y no paro de decirme: un poco más, sólo un poco más.
He tenido que renunciar a muchas cosas últimamente...y creo que sólo es el principio de unos sacrificios que van a ir en aumento.
Cada vez tengo menos tiempo, menos salud, y menos dinero para disfrutar de las cosas que realmente me gustan.

Supongo que eso es la vida: renunciar y saber sobreponerse, saber seguir.
Y pese a todo es una de las etapas más felices de mi vida en otros aspectos. Pero parece imposible que todo vaya bien. Siempre va a haber cosas importantes que fallen. Cuando no es una, será otra. Es como un reto: a ver cuántas dificultades y complicaciones somos capaces de gestionar. Y lo peor es que, como en un videojuego, van subiendo de nivel.

No estoy mal. Sólo cansada. Sólo preocupada por no encontrar soluciones ni explicaciones. Y quizá un poco resentida con este mundo absurdo que obliga a las personas a ser infelices en pro de una economía y una sociedad cada vez más putrefactas.

miércoles, 3 de octubre de 2012

En el tren

Y da igual un autobús que un avión...
Hoy es el turno del tren y con su traqueteo me mezco...
Y en este duermevela me golpean pensamientos itinerantes, que vienen y van, como yo, dejando una sensación extraña, una sensación de inseguridad, de miedo.

Miedo al futuro. Al futuro en todos sus aspectos, aunque al profesional ya estoy acostumbrada.

A veces creo que no te conozco, otras que no te entiendo, las más que no me entiendes y sin embargo te quiero.
Te quiero demasiado como para irme cuando sé que es lo que debería hacer.
Te añoro demasiado si me alejo porque necesito tus abrazos para dormir y tus besos para seguir adelante.
Pero cuando te siento lejos aunque estés tocándome, cuando te noto frío aunque estés a mi lado...
Entonces tiemblo. Y vuelve el mismo dolor de un año atrás, y tornan recuerdos amargos que quisiera ahogar.
Pero están.
Aunque cuando miro tus ojos, sé que se irán.