sábado, 17 de abril de 2010

En el limbo...

¡Buf! Si hace unos años me hubieran dicho que llegaría a escribir cursiladas como las de la entrada anterior nunca me lo hubiera creído... Pero supongo que esas cursiladas también forman parte de mí, y a veces necesitan salir. Mejor aquí que en otros foros, ¿no?
Bueno, después de muchos intentos en estos días de escribir sobre un montón de cosas sobre las que tengo mucho que decir y poco tiempo para hacerlo, de varios borradores abandonados para hablar sobre política, historia y religión. Me encuentro hoy llegando a mi casa después de una noche de pedo, que en el fondo no ha sido tal, (porque en ese caso estaría durmiendo la mona en vez de contando mi vida), para ver si hago un poco de sueño y lanzo al mundo virtual mis mil y una dudas y temores.
En fin que aunque me enerve que a Garzón lo estén juzgando, sospeche que al polaco se lo ha cargado Rusia, la corrupción pudra todos los rincones de la política y la religión sea un valor perdido además de una lacra infestada de pedófilos...en el fondo sólo me importa mi vida y la de aquellos que me rodean... así es el mundo y así soy yo por mucho que me joda reconocerlo.
Llevo mucho tiempo pensando en lo que quiero o puedo hacer en un futuro...por fin termino la carrera y me da vértigo pensar en lo que viene después. Muchos me han acusado de ser de la generación NI-NI, y no lo niego, aunque una etiqueta puesta por un puto reality-show, nunca va a ser de mi agrado. No tengo ninguna gana de saltar al mundo laboral, de ser sierva de un trabajo que sea cual sea, nunca me va a satisfacer. Trabajar es una mierda se mire por donde se mire. Hipotecas, bancos,rentas...esclavitud. Simultáneamente, daría la vida porque alguien me ofreciera un trabajo con un sueldo mínimamente digno y unas condiciones aceptables que me permitiera ser independiente. Pero el anclarme a un futuro definitivo, a una vida definitiva, a algo definitivo... definitivamente, no lo quiero.
Estoy en la eterna contradicción, entre lo que debo, quiero, puedo o me apetece y nunca sé qué tira más. ¿Qué es lo correcto? ¿Qué será mejor? ¿Cómo voy a ser más feliz? Es esa la pregunta que más me atormenta. No lo sé. Nunca sabemos lo que nos va a hacer más felices, o al menos, yo nunca he estado segura, porque en el fondo, nunca he sabido lo que quiero. Ni siquiera sé si quiero algo de verdad. O a alguien. Y en esa circunstancia, ¿cómo pedir apoyo para hacer algo que ni siquiera sé si es lo que quiero? Me siento egoísta. Pero al mismo tiempo, creo que un máster en Pisa igual es la opción que menos me disgusta. La más valiente. La más coherente con lo que siempre he deseado, aunque ahora me tiemblen las rodillas sólo de pensarlo.
Italia y un máster de arqueometría... que vale un riñón. ¿Y si luego no me da de comer? ¿Y si supone que todas las oportunidades laborales surgen allí? Italia es genial, pero temporalmente. No quiero establecerme allí. No quiero pensar en que ninguna de nosotras vamos a tener raíces en Zaragoza y Pradejón. No quiero imaginarme un futuro lejos de mis hermanas, de mi familia, de lo único que pese a todo se mantiene en la distancia. Estoy harta de relaciones efímeras: de amistades superficiales, de amores de barra, de compañeros por interés...del día a día de un mundo que tiene poco que ofrecer. Del día a día en que yo ofrezco cada vez menos a nadie. Del hartazgo de echar de menos: a mi familia, a mis amigos, a mis amores...

Haciéndome a la idea de que en breve volveré a partir, no dejo de pensar en lo que dejo aquí, en lo que dejo atrás, y esta vez probablemente sea un adiós mucho más definitivo que cuando un septiembre de 2006 me fui a Verona... Sin embargo echaré de menos la mitad de cosas, a la mitad de gente que entonces. Me he tenido que acostumbrar a ello. No se puede ser tan sentimental. La gente te falla, te decepciona, y hay que seguir adelante.
Desde hace ya un tiempo siento que soy yo la que fallo o decepciono, pero es una opción consciente y elegida. Tengo demasiado miedo a las decepciones de todo tipo. Y al final termino aislándome. Es una especie de ética epicúrea. "Busca el placer y evita el dolor". Un hedonismo que al final sólo persigue la ataraxia y la anorexia, en el sentido griego del término. Es decir: no desear, no tener apetencia por nada, para evitar el dolor de la decepción,de la frustración... Por mucho que lo disfrace de palabros filosóficos, en el fondo lo mío sólo se llama ORGULLO. Es un defecto que debería controlar, pero no sé si puedo.
Sólo en los pequeños momentos de flaqueza soy capaz de reconocer que aún pienso con nostalgia en viejas amistades, en viejos amores, en muchas personas que de algún modo marcaron mi vida y desaparecieron después... O las hice desaparecer. A lo hecho pecho, suele decirse. Pero cuando estás a punto de abandonar un mundo para conocer otro, es imposible no echar la vista atrás. No escudriñar los hechos que te han llevado hasta dónde estás. No analizar un pasado e imaginar un futuro sin todo aquello que sabes que echarás en falta. Es imposible no pensar en que es una cuenta atrás para zanjar todos lo asuntos que dejaste en "stand-by". Esas cosas que no consideras concluídas del todo. Que siempre pensaste poder retomar pero nunca encuentras el momento.
Cuando sientes que te vas a esfumar sin que ese momento haya llegado... te entra vértigo. Cuando ves que has dejado pasar demasiado tiempo sin reconocer las cosas. O que las reconociste y no sirvió de nada. Las espinas duelen más cuando sabes que cierras un ciclo. Cuando el capítulo se termina sin habértelas sacado... Cuando el tiempo pasa y pasa, y la espina se enquista. Actúas como si no estuviera pero hay días en los que duele más, en los que sangran sus heridas...
Hoy intento curar una vieja cicatriz que sangró dos días atrás. No tiene sentido, pero me gustaría verle antes de irme... "Ojalá" me diga "dónde durmió la última noche".

sábado, 3 de abril de 2010

Recordando sensaciones

Recuerdo el tacto de tus manos temblorosas y tu voz profunda e hipnotizante.
No sé mucho más de tí. Tampoco quise saber más. Huí como una comadreja a mi madriguera. No me arrepiento. Ya no me arrepiento de nada. Las decisiones se toman por algo y no es bueno volver sobre ellas. Si no te gusta el camino elegido no puedes retroceder porque tampoco sabes si los demás hubieran sido mejores. Hay que ir siempre hacia adelante y procurar no preocuparse por lo que se dejó atrás. Aunque los ecos de las estaciones importantes me perseguirán en todos los momentos de soledad.
Yo sé que tu voz me perseguirá. Aunque sólo me recorrió el cuerpo unos instantes, las cosas bellas no se olvidan facilmente. Quién sabe si la volveré a escuchar. Dejemos que el destino decida. Olvidaré tu rostro, incluso tu mirada, posiblemente tus manos, pero tu voz...sé que tu voz me perseguirá.