martes, 13 de enero de 2015

Vida oxidada

Y sentir cómo la vida se escapa.
Cómo corre y huye y la ves pasar.
Querer huir de una rutina que ahoga.
Y no saber cómo cambiar.

Algo hice mal.
Pero hoy ya me da igual.
Poco me importa nada, porque nada importa ya.
Y mientras las lágrimas discurren en silencio cada noche
puntuales a su cita.
Sigo dejando que el tiempo vuele adonde yo no podré volar.

Dime,
dime dónde buscar.

Cómo,
Cómo atrapar las sonrisas
si cada vez se fingen más.

Quisiera volver a sentirme plena.
Quisiera volver a sentirme en paz.
Quisiera volver a navegar,
volver a respirar libertad.
Volver a soltarme la melena
y a querer, como si no quisiera nada más.

A sentir que algo tiene sentido y que camino por dónde quiero,
no por donde otros van.

Me ahogo en esta triste ciudad,
vacía de amigos.
Vacía de hermanas.
Vacía sin más.

Cuando la ilusión baila con los demás.
Se va sin decir a dónde.
Se escapa sin mirar atrás.
Huye, como yo huiría.
Huye como tantos más.

Y mientras me arranco estas palabras ya oxidadas del alma
sin ritmo ni compás,
Sigo el son de esta cacofonía laberíntica,
donde la armonía es mediocre y el sonido siempre igual.

Así que ya me despido y me voy a trabajar.
Un día detrás de otro.
Todos los días igual.
Tan sola ayer como mañana.
Pero hoy a ganarse el pan.
Las migajas de este mundo.
Eso queda, nada más.