Pensó en abandonar. Pero consiguió quitarse el manto opaco de la cobardía, y seguir por lo menos hasta la última encrucijada. Soportando el sudor frío que manaba de la lucha entre su determinación y sus temblorosas piernas.
Sólo un poco más.
Abrumado con cada nueva alma que poblaba el camino, no sabía distinguir la realidad, enajenado como estaba por fantasmas venidos de otro tiempo, de otra vida; pero que sin embargo campaban a sus anchas en su atribulada mente. Tenía la voluntad nublada, el deseo atrofiado, la mirada adormecida por el traqueteo de sus frágiles apoyos ruinosos amenazando a cada zancada con derrumbarse...
-¡Falta poco para el alba! -escuchó.

¿Quién lo dijo? No lo sabía muy bien pero avanzó en busca de esa voz. Ese susurro que le salvaría al amanecer.
Comenzó un nuevo día.
- Vida,no apagues tu canto.- le rogó.
No hubo más noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario